Decidió la Fundación Rodolfo Benito Samaniego que su acto central de homenaje fuera una entrega de premios que recogiera dos aspectos fundamentales de la vida de Rodolfo: por un lado, los valores de Convivencia y Tolerancia de los que hacía gala en su día a día, y por otro, su apreciada carrera profesional.
Rodolfo era un ingeniero capaz y orgulloso, de los que veían la vida y sus devenires con esa mirada analítica, con esa intención creadora y con ese gusto por encontrar soluciones y mejoras a los problemas cotidianos.
Lleva esta Fundación quince años premiando proyectos de un nivel alto de innovación y de calidad, de la mano de sus compañeros de profesión, los ingenieros del Colegio de Madrid y de la Asociación.
Sin duda, todos vimos claro que a pesar de la pérdida de Rodolfo la rueda de la vida seguiría girando, y decidimos buscar la manera de aportar nuestro pequeño granito de arena a esta sociedad: el valor de premiar, año tras año, proyectos que vayan haciendo que los engranajes de esa rueda giren suaves y ayuden a mejorar este mundo en el que vivimos.
La vida sigue, nosotros con ella. Han pasado quince años, muchos más pasarán. En la mano de todos está poner valor a las acciones del día a día, ponerle ilusión a nuestros trabajos y recibir cada mañana con la firme intención de mejorar.
Tenemos la capacidad y la oportunidad de hacerlo.